martes, 1 de febrero de 2011

Historia bíblica


- Rey mío, aquí están los 5,000 prepucios de los enemigos de Yahvé caídos en batalla.
- ¿Prepucios?
- Tú me pediste que me llevara el prepucio de los muertos.
- Yo te dije que les quitaras el oro.
- Mi error.

FIN

N. del T.: En hebreo antiguo "prepucio" y "oro" son palabras homófonas.

Para procrastinar en la cocina



¿Se acuerdan cuando sacaron los primeros hornos de microondas y pensábamos que se trataba de ciencia ficción? Esta aplicación de cocina dejará boquiabiertos a todos los lectores de este blog. Quienes dejamos todo para después usualmente nos encontramos con la triste situación de tener que hacer el trabajo de todo el mes en tres días, los cuales pasamos comiendo sopa instantánea o leche directo del cartón. El AfterCook es una aplicación de cocina que se propone terminar con este problema. Basta con presionar un botón, e inmediatamente saldrá del aparato un platillo que aún no hemos cocinado. Suena como un chiste sacado de los Supersónicos, pero realmente se trata de comida viajando en el tiempo. El usuario del AfterCooktiene hasta 72 horas para cocinar el platillo que se comió, basta con apretar otro botón para enviarlo al momento exacto del pasado. Normalmente cocinamos algo y después lo comemos. Con este aparato uno primero come, después cocina unos días después (en el futuro), y envía el platillo al momento exacto (del pasado) en que fue comido.

¿Cómo funciona esta maravilla de la ingeniería? Al parecer se trata de una ingeniosa combinación de elementos sencillos (teleportación cuántica, taquiones, materia oscura, etc), pero que nunca habían sido explotados en el ramo de la gastronomía. Sin embargo todavía queda mucho que perfeccionar. "Bueno, evidentemente muchas veces uno no obtiene lo que esperaba" - dice el creador Al Randy. "A veces el aparato produce algo que uno no tiene idea de cómo preparar, y eso puede crear trabajo inesperado." Y es que si el usuario no "repone" un plato de comida exactamente igual en el tiempo estipulado, existe un riesgo importante de que el espacio-tiempo se desgarre, terminando así con el entramado del cosmos.


-¡Gracias al AfterCook™ ahora tengo tiempo para ir
de compras y realizarme como mujer independiente!

martes, 18 de enero de 2011

¿Merece ser beatificado Juan Pablo II?

En el siguiente texto pretendo discutir brevemente este asunto tan serio, por medio de argumentos puntuales. Para ello será necesario comenzar con algunos detalles biográficos.

El Príncipe de Roma

Nació y creció en Wadowice. Era feliz con el futbol y comiendo smalek. Siempre oraba tranquilo, tomando la vida con calma. No tuvo educación eclesiástica al principio, sino que estuvo instalando en la contemplación. Luego los comunistas, aún ignoro el motivo, buscaron problemas y tuvo que enfrentarse a ellos. El Obispo asustado, con gran seriedad le dijo "¡Debes mudarte ahora mismo a la Santa Sede!" Llegó un taxi y al mirarlo notó, que decía Fresco yo no sé por qué. No le dio importancia y lo abordó, y se dijo a sí mismo "¡Casi estás en Bel-Air!"Al fin, llegó a una mansión de lo más elegante, y le dijo al taxista "ponte desodorante". Mirando su reino, finalmente pensó "Ha llegado al Príncipe de todo Bel-Air!"

viernes, 10 de diciembre de 2010

Gabriel Zaíd en Letras Libres

PROCRASTINAR

POR GABRIEL ZAID

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Gabriel Zaid ha ido nutriendo, a lo largo de su obra, un diccionario personal en el que las palabras encuentran insospechadas resonancias y la etimología funciona como una herramienta inigualable para comprender nuestra idiosincrasia. Este ensayo, por ejemplo, desentraña la historia de la palabra “procrastinar”.

En inglés se usa mucho la palabra procrastinate: dejar para mañana. Se traduce a veces por aplazar, diferir, posponer, postergar o relegar, que no dan la idea de hábito. Por otra parte, posponer, postergar y relegar implican, en primer lugar, ‘dar menos importancia’ (a una de las personas o cuestiones que esperan, por ejemplo); y secundariamente ‘dejar para después’. Aplazar y diferir significan ‘dejar para otra fecha (definida o no)’, pero no necesariamente como un hábito personal. A la persona que lo tiene, se le llama en inglés procrastinator, y a su inacciónprocrastination.

Las tres palabras derivan del latín procrastinare, procrastinator y procrastinatio con los mismos significados. Están formadas a partir del prefijo pro ‘hacia’ y el adverbiocras ‘mañana’; no ‘la mañana’, sino ‘el mañana’, y en particular ‘el día siguiente a hoy’. El anuncio jocoso que todavía se ve en algunas tienditas: “Hoy no fío, mañana sí” viene del Imperio romano: “Crascredo, hodie nihil”, o sea “Mañana fío, hoy nada”.

Los romanos eran muy ejecutivos, y se burlaban de los indecisos. Hay una sátira de Marcial (siglo I) sobre un personaje al que intencionadamente llama Póstumo (nombre que sí existía), como diciéndole: No tendrás vida póstuma (fama) si dejas todo para mañana (Epigramas V, 58):

Cras te victurum, cras dicis, Postume, Semper.

Dic mihi, cras istud, Postume, quando venit?

Mañana tú vivirás, mañana, dices, Póstumo, siempre.

Dime, el mañana ese, Póstumo, ¿cuándo viene?

En el siglo III, en Capadocia, un comandante romano se sintió atraído por la fe cristiana y (diabólicamente, según la leyenda piadosa) era desviado de la conversión por un cuervo que graznaba cras cras, que es la voz del cuervo (de donde viene crascitar), como si le dijera: “Déjalo para mañana”. Pero el centurión, muy ejecutivamente, aplastó al cuervo respondiéndole: hodie hodie (hoy hoy). Se convirtió al cristianismo, fue martirizado y se venera el 19 de abril como San Expedito.

Es de suponerse que el nombre es un apodo, porque el cuervo aparece frecuentemente en su iconografía, como puede verse en Google Imágenes. Se volvió popular desde el siglo XVIII como intercesor de las causas urgentes, y tiene fama de hacer milagros rápidos. Hay páginas de la Wikipedia sobre él en siete idiomas, así como numerosos portales y blogues donde se narran sus milagros.

Los tribunales de México, que tanto hablan de “justicia pronta y expedita”, deberían adoptarlo como santo patrón, para que les haga el milagro. Por cierto que, cerca de la Suprema Corte, en la esquina de 20 de Noviembre y Venustiano Carranza de la ciudad de México, hay un templo del siglo XVIII (San Bernardo) con un altar dedicado a San Expedito. El 19 de cada mes a las 12 los padres agustinos reciben a los devotos que van a agradecer los milagros recibidos.

En el siglo IV, San Agustín se burló de sí mismo por no ser expedito ante el llamado a la conversión (Confesiones, VII, 12 y 17): No tenía nada que responderte, Señor, sino “mañana y mañana” (cras et cras)... “Dame, Señor, castidad, pero todavía no”.

La palabra cras pasó al español con el mismo significado. Gonzalo Correas (Vocabulario de refranes y frases proverbiales, 1627) recoge el refrán medieval “A lo que has de hacer no digas cras, pon la mano y haz” (número 1329), equivalente a “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. También recoge “Cras crastinando, dijo el cuervo; y no sé cuándo se tornará blanco”, explicando que se dice “Contra los que dilatan lo que hay que hacer” (número 1113). Obsérvese, de paso, la palabra dilatar usada para el tiempo, como es común en México, aunque algunos suponen que el uso es incorrecto, y debe limitarse a lo que se dilata espacialmente.

En la Biblioteca Virtual Cervantes (www.cervantesvirtual.com) se puede documentar un centenar de usos de la palabra cras en muchos libros, por ejemplo: en el Libro de buen amor (año 1330) de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (estrofa 1256), donde dice que las monjas “traen a muchos locos”, pero

que amaban falsamente a cuantos las amaban.

Son parientas del cuervo, de cras en cras andaban,

tarde cumplen o nunca

Y en el Corvacho (1466) del Arcipreste de Talavera, hay un refrán contra los indecisos como San Agustín: “De cras en cras, vase el triste a Satanás”. Curiosamente, esta novela picaresca, misógina y sermoneadora no trata de cuervos. Recibió ese título, que no le dio el autor, por cierto parecido con elCorbaccio (el cuervo) de Boccaccio.

Los cuervos tienen su leyenda negra, en primer lugar, por su negrísimo color (Ramón Gómez de la Serna dijo memorablemente que “Los cuervos se tiñen”); un color que los pinta como aves de mal agüero. Porque, además, devoran todo, incluso la carroña. Y porque son inteligentes, innovadores y oportunistas hasta parecer diabólicos. Son capaces de improvisar: valerse de una ramita en el pico para sacar algo de un tubo (véase en YouTube, intelligent crow). Hay quienes dicen que los córvidos igualan en inteligencia a los primates superiores. Tienen fama de ladrones, porque se llevan muchas cosas a sus nidos, especialmente vidrios y objetos brillantes (como la cuchara de plata en La urraca ladrona de Rossini). Tienen fama de sacar los ojos, especialmente de los muertos, quizá atraídos porque son vidriosos. Tienen fama de gárrulos, y su mímica vocal es sorprendente: pueden imitar las voces de otros pájaros, el ruido de los árboles o cascadas, la voz humana, silbatos y otros ruidos. Pueden escucharse en YouTube (cuervo, urraca, raven, crow, magpie, corbeau, corvo, Rabe), aunque mezclados con videos sobre otras cosas; algunos de interés, como algunas notables declamaciones del poema “The raven” de Edgar Allan Poe, con el estribillo “Nevermore”.

Del cuervo dice Sebastián de Covarrubias (Tesoro de la lengua castellana o española, 1611): “Compararon los egipcios, en sus jeroglíficos, los aduladores a los cuervos; y dijeron ser más perjudiciales aun que ellos, porque el cuervo saca los ojos corporales al hombre muerto que halla en la horca, y el lisonjero adulador saca los ojos del alma y del entendimiento al hombre vivo que está en el trono [...] privándole de aquello que tanto le importaba para el gobierno de su persona y de los suyos.” Y también: “Cuenta Plinio la industria y agudeza de un cuervo que, estando cierta urna medio llena de agua pluvial, y no pudiendo alcanzar a beber de ella, le fue echando muchas pedrezuelas hasta que vino a subir el agua a lo alto, y satisfizo su sed (Historia natural, libro 10, capítulo 43).”

El Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant recoge elementos de la leyenda negra en diversas culturas, pero también de la leyenda blanca: el cuervo como presencia del más allá, como mensajero de Dios y como símbolo de la sabiduría, la gratitud y la generosidad (llevar pan en el pico a los ermitaños y prisioneros). También dice que su crascitar ha sido escuchado como esperanzador en latín (cras cras: mañana mañana) y como arrullo infantil en japonés (kaa kaa: kawaii kawaii: querido querido).

Me escribe Aurelio Asiain (28 de octubre 2010): La palabra kawaii se usa todo el tiempo; es más de mujeres que de hombres y significa ‘adorable’, ‘bonito’. Nunca la he escuchado como ‘querido’. Los cuervos tuvieron una consideración muy alta entre los poetas japoneses antiguos y los místicos del Zen, pero hoy son vistos como una plaga en las ciudades. Su nombre es karasu, que suena a karás, y su crascitar se escucha como kaa kaa (que me parece más exacto que kras kras). Se atribuye a los cuervos, no a los gallos, el anuncio del alba; y su graznido matutino tiene un nombre especial: akegarasu. Una famosa antología de haiku recibió este nombre, como llamando a los poetas extraviados a la senda de Basho.

Al parecer, también los checos escuchan el crascitar sin ere. La grajilla, un córvido pequeño parecido a la urraca, se llama en checo kavka, de donde viene el apellido Kafka (me escribe Ramón Cota Meza, 11 de noviembre 2010).

Lope de Vega (Rimas humanas y divinas, 1624) le dio otro giro a la sátira de Marcial. Se burla de su propia esperanza en conseguir el amor de una Juana que lo maltrata.

cánsase el poeta de la dilación

de su esperanza

¡Tanto mañana, y nunca ser mañana!

Amor se ha vuelto cuervo, o se me antoja.

¿En qué región el sol su carro aloja

de esta imposible aurora tramontana?

Sígueme inútil la esperanza vana,

como nave zorrera o mula coja,

porque no me tratara Barbarroja

de la manera que me tratas, Juana.

Juntos Amor y yo buscando vamos

ese mañana. ¡Oh dulces desvaríos!

Siempre mañana, y nunca mañanamos.

Pues si vencer no puedo tus desvíos,

sáquente cuervos de estos verdes ramos

los ojos. Pero no, ¡que son los míos!

Aunque Lope se burlaba de los rebuscados juegos gongorinos, juega aquí con tres conceptos: el mañana que nunca llega; la mañana del madrugar (el mañanar, que parece invento suyo, y recuerda los mexicanismos desmañanarse, desmañanada) y el cuervo transformado en mujer que despierta el deseo, da esperanzas, las frustra y merece que le saquen los ojos. En algunas transcripciones, el décimo verso empieza “esta mañana”, que es absurdo; en otras, “este mañana”, que sí concuerda en género (se trata del mañana, no de la mañana). Para que esté más claro, preferí “ese mañana”, que lo pone en un futuro menos inmediato. Habría que ver el original.

Hay una continuación de ese “mañana” de Lope en el son de “La negra”:

Negrita de mis pesares,

hoja de papel volando,

a todos diles que sí,

pero no les digas cuándo.

Así me dijiste a mí,

por eso vivo penando.

La “hoja de papel volando” (que supongo) es una imagen del destino azaroso (“cual hoja al viento” dice la “Canción mixteca” de José López Alavés, 1912). Que los mariachis canten: “ojos de papel volando” no puede ser más que tradición defectuosa. Según parece, el son fue compuesto en 1926 en Tepic, por los hermanos Fidencio Lomelí Gutiérrez (letra) y Alberto (música), que no se tomaron el trabajo de escribirlo ni registrarlo. Se refiere a una novia del primero, que no se llamaba Juana (como la musa de Lope), sino Albina Luna; y no era negra, aunque así le dijeran por cariño, contradictoriamente con su nombre y apellido. ¿Habrá grabaciones de los hermanos Lomelí para verificar la letra original?

El Diccionario de la Real Academia Española registra cras desde la primera edición (1729): “adverbio de tiempo. Lo mismo que mañana. Es voz anticuada y puramente latina: cras”. En cambio, procrastinar entró tentativamente alDiccionario manual de 1989 y finalmente en el drae 21, 1992. Esto refleja la realidad: cras dejó de usarse y procrastinar está empezando a circular, todavía con temor. En las bases de datos de la Real Academia (7 de octubre 2010), hay un solo registro de procrastinar en 2003 (base crea) y ninguno en la base histórica (corde), donde hay 476 de cras, sobre todo del siglo XIII, y uno para crastinar de 1555, que no es el crastinando del refrán recogido por Correas.

Este verbo inusual (precursor de procrastinar) viene de procastinare y parece el primer intento de castellanizarlo, porque no hubo en latín un verbo crastinare.Según Ernout y Meillet (Dictionnaire étymologique de la langue latine), del adjetivocrastinus se pasó directamente al verbo procastinare.

Pero la definición de la Academia está mal: “Diferir, aplazar”. Peor aún, dice queprocrastinar es un verbo transitivo, lo cual es válido para diferir y aplazar (la acción recae en lo que se difiere o aplaza: un viaje, por ejemplo); no para el uso actual deprocrastinate en inglés, origen del neologismo en español. No hay que recomendar el uso transitivo (“Procrastinaron la reunión para el próximo lunes”), porque no hace falta, teniendo aplazar y diferir; sino el intransitivo (“Haces mal en procrastinar”), porque sí hace falta: no hay otra palabra para decirlo.

Procrastinar es un hábito, y no solo de perezosos o dejados. Procrastinan también los hiperactivos que evitan las decisiones importantes refugiándose en despachar nimiedades.

Según el Oxford English Dictionary, el registro más antiguo de procrastination es de 1548. Del mismo año, hay un registro de procrastine como verbo transitivo que no prosperó. Desde 1588, hay registros de procrastinate como verbo transitivo que sustituyó al anterior. Pero señala que el uso transitivo se volvió raro y desde 1638 apareció el intransitivo, que predomina hoy.

En Google (9 de noviembre 2010) hay millones de páginas que contienenprocrastination (2.4), procrastinate (1.1) o procrastinator (0.6), y muy pocas que contengan las palabras correspondientes en español, francés, italiano y portugués. Al parecer, hay en inglés una obsesión moral y ejecutiva que necesita vituperar o sacudirse este mal hábito. En Amazon hay en venta un centenar de libros cuyo título incluye la palabra procrastination. En Google hay cuestionarios para medir hasta qué punto uno ha caído (procrastination test).

Francis Bacon (Essays or counsels, civil and moral, 1597), en un ensayo titulado precisamente “Of dispatch” (traducido al latín como “De expediendis negotiis”) dice que los españoles son muy poco expeditos, y hasta inventa (o recuerda mal) una burla: “Mi venga la muerte de Spagna” (sic), porque tardará en llegar. Hay el mismo prejuicio en los Estados Unidos contra los mexicanos, diciendo burlonamente en español: “Mañana, mañana”...

En todo caso, la obsesión ejecutiva que hizo prosperar la palabra procrastinate y produjo infinitos libros de superación personal llegó en el siglo XX a la lengua española, con el paradójico resultado de recuperar una palabra latina por medio del inglés. Es perfectamente legítimo decir procrastinar, procrastinación yprocrastinador, y no hay por qué sustituir estas palabras con otras menos exactas. ~

jueves, 13 de mayo de 2010

(10+2) * 5 Hack de procrastinación


Después de probar varias aplicaciones para smartphones (como Get things done)aparentemente encontré una que sirve. Se llama Procrastination Hack (10+2) *5. La aplicación, sin embargo, es enteramente prescindible. Lo importante es el método que pone en práctica y que cualquiera puede realizar con un cronómetro.

Parafraseo a un bloggero que reseñó el método: si nuestras mentes son tan débiles como para rendirse ante cualquier tontería cuando intentamos hacer algo, también las podemos manipular fácilmente para trabajar. De eso se trata la técnica que voy a describir a continuación:

Trabajar 10 minutos, descansar 2 minutos. <-- repetir 5 veces.

Hay que hacer algunas precisiones:

a) El trabajo es completamente riguroso. No se puede revisar el correo electrónico, ir por agua, etc. Lo único que se puede hacer es trabajar en una sola tarea.

b) Al principio los descansos también son rigurosos. A mí me gusta utilizarlos para escribir algo en twitter, buscar canciones para escuchar en el siguiente lapso de trabajo, etc.

c) Dicen los creadores que además de funcionar instantáneamente, conforme más se usa el método el usuario se entrena mejor para trabajar, se supone que la mejoría máxima se alcanza en 21 días.

d) El método se puede aplicar manualmente, pero hay una app en el iPhone por 10 pesos. Trae el (10+2) *5 preinstalado de modo que con un solo click inicia la rutina, los periodos de trabajo se marcan con un silbato y los de descanso con chillidos de alegría (como niños saliendo al recreo).

e) El tiempo de descanso hace que uno se presione para terminar. Por ejemplo, uno ve que quedan 4 minutos de trabajo y eso crea una necesidad de apresurarse para no dejar una idea a la mitad (en el caso de que el trabajo sea escribir algo).

¿Mis impresiones? El método resultó ser un éxito total, realmente vale la pena intentarlo. Los últimos dos periodos de trabajo me parecieron cansados, el último fue de hecho agotador, pero los primeros tres podría decir incluso que los disfruté.

Por supuesto, desde ahora veo que tendrá algunas desventajas. La más evidente es que dentro de las sesiones uno trabaja 50 minutos garantizados, pero uno podría procrastinar las sesiones. Sin embargo, puesto que los 2 minutos de descanso hacen que no sea tan desagradable esta hora de trabajo; y por ello que haya una tendencia menor a procrastinarla. Además, aunque resultara aberrante la idea de sumergirse en un (10+2)*5 basta con un segundo de valor para presionar el botón de inicio (el mismo principio me funciona con los programas pre hechos para quemar grasa en las corredoras del gimnasio, me resulta mucho menos costoso que hacerlo en el modo manual).

El segundo problema, es que todavía existe la posibilidad de caer en lo que llamaré "procrastinación diligente" o intra-procrastinación (¿qué nombre les gusta más?). Esto consiste en hacer cosas aparentemente útiles o necesarias para el trabajo en cuestión, pero que al final terminan por distraernos. Por ahora no se me ocurre otra solución que tener presente este riesgo para evitar caer en ello.

Me gustaría que probaran este método para saber sus comentarios.

martes, 16 de marzo de 2010

Working like a dog.

Debido a que las grabaciones de los Beatles están sobredocumentadas y que la armonía de algunas canciones ha sido sujeta a análisis innecesariamente profusos, recientemente descubrí que es un peligro muy grave para cualquier procrastinador (no es necesario que le gusten los Beatles).

Primero, uno pone cualquier disco de los Beatles hasta que algo le llama la atención. Cualquier canción relativamente famosa de los Beatles puede terminar en horas de investigación. La información va desde los datos de siempre hasta la trivia más absurda. Una simple visita a Wikipedia puede ilustrar qué guitarra usó George Harrison, quién se la regaló, de qué canción de Bob Dylan tomó John Lennon una innovación estilística en la letra, qué hizo George Martin para que el piano sonara así. A partir de eso, uno puede empezar a profundizar sobre instrumentos, innovaciones técnicas de grabación, o elementos biográaficos de los Beatles.

El ejemplo más dramático, es el acorde de inicio de A Hard Day's Night. Doy por hecho que todos lo recuerdan, pero por si acaso aquí está:

(Por cierto que la letra va contra los principios fundamentales de la procrastinación, pues su esencia consiste en no seprar el trabajo y el descanso) En Wikipedia se pueden encontrar los siguientes datos de tan sólo dosegundos:

"A Hard Day's Night" is immediately identifiable before the vocals even begin, thanks to George Harrison's unmistakable Rickenbacker 360/12 12-string guitar's "mighty opening chord".[13][10] having what Ian MacDonald calls "a significance in Beatles lore matched only by the concluding E major of "A Day in the Life", the two opening and closing the group's middle period of peak creativity".[14] "That sound you just associate with those early 1960s Beatles records".[15] According to George Martin, "We knew it would open both the film and the soundtrack LP, so we wanted a particularly strong and effective beginning. The strident guitar chord was the perfect launch"

Analysis of the chord has been the subject of considerable debate,[16] with it being described as G7add9sus4,[17] G7sus4,[18][19] or G11sus4[13] and others below.

The exact chord is an Fadd9 confirmed by Harrison during an online chat on 15 February 2001:[20]

Q: Mr Harrison, what is the opening chord you used for "A Hard Day's Night"?
A: It is F with a G on top, but you'll have to ask Paul about the bass note to get the proper story.

According to Walter Everett, the opening chord has an introductory dominant function because McCartney plays D in the bass; Harrison and Martin play F A C G in twelve string guitar and piano, over the bass D, giving the chord a mixture-coloured neighbor, F; two diatonic neighbors, A and C; plus an anticipation of the tonic, G — the major subtonic as played on guitar being a borrowed chord commonly used by the Beatles, first in "P.S. I Love You" (see mode mixture), and later in "Every Little Thing", "Tomorrow Never Knows" and "Got to Get You into My Life" (in the latter two against a tonic pedal).[21]

In contrast, Alan W. Pollack interprets the chord as a surrogate dominant (surrogate V, the dominant preparing or leading to the tonic chord), in G major the dominant being D, with the G being an anticipation that resolves in the G major chord that opens the verse. He also suggests it is a mixture of d minor, F major, and G major (missing the B).[22] Tony Bacon calls it a Dm7sus4 (D F G A C), which is the dominant seventh (plus the fourth, G).[23] (For more information regarding chord functions see diatonic function.)

Everett points out that the chord relates to the Beatles' interest in pandiatonic harmony.[24]

Dominic Pedler has also provided an interpretation of the famous chord,[25] with the Beatles and George Martin playing the following:

  • George Harrison: Fadd9 in 1st position on Rickenbacker 360/12 12-string electric guitar
  • John Lennon: Fadd9 in 1st position on a Gibson J-160E 6-string acoustic guitar
  • Paul McCartney: high D played on the D-string, 12th fret on Hofner 500/1 electric bass
  • George Martin: D2-G2-D3 played on a Steinway Grand Piano
  • Ringo Starr: Subtle snare drum and ride cymbal

This gives the notes: G-B-D-F-A-C (the B is a harmonic). One of the interesting things about this chord (as described by Pedler) is how McCartney's high bass note reverberates inside the soundbox of Lennon's acoustic guitar and begins to be picked up on Lennon's microphone or pickup during the sounding of the chord. This gives the chord its special "wavy" and unstable quality. Pedler describes the effect as a "virtual pull-off".[20]

Jason Brown, Professor for the Faculty of Computer Science at Dalhousie University in Halifax, Nova Scotia, Canada, whose research interests include graph theory, combinatorics, and combinatorial algorithms, announced in October 2004 that after six months of research he succeeded in analyzing the opening chord by de-composing the sound into original frequencies using a mathematical technique known as the Fourier transform.[26] According to Brown, the Rickenbacker guitar wasn't the only instrument used. "It wasn't just George Harrison playing it and it wasn't just the Beatles playing on it... There was a piano in the mix." Specifically, he claims that Harrison was playing the following notes on his 12 string guitar: a2, a3, d3, d4, g3, g4, c4, and another c4; McCartney played a d3 on his bass; producer George Martin was playing d3, f3, d5, g5, and e6 on the piano, while Lennon played a loud c5 on his six-string guitar.[27]

A repeated arpeggio outlining the notes of the opening chord ends the song in a circular fashion, fading out with the sound of helicopter blades. This provides "a sonic confirmation that the thirty-six hours we have just seen [in the movie] will go on and on and on"[1

7]. The song contains 12 other chords.[13]